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La aventura continúa en:

Guerra, Nunca



Un General dijo, “La construcción del Muro se ha detenido”.
El Presidente comentó, con la cara roja y ojos hinchados. “Eso es asqueroso, ¿por qué está sucediendo?”
  “El Presidente de México insiste que no pagara por el Muro Fronterizo y el Congreso de los Estados Unidos rechazo aumentar el presupuesto para el Muro”.
  El Presidente comentó, con la cara roja y ojos hinchados. “Eso es muy, muy, muy malo. ¿Cuáles son mis opciones?”
  “Sus opciones son hacer caso omiso de este insulto y aceptar públicamente que el Muro Fronterizo no se va a terminar, o invadir México y hacerlos pagar”, dice el General con una sonrisa torcida.
  “Ordeno la implementación de una operación de invasión. La llamo, ‘Fuck Mexico’. Necesito un plan para mañana”.
  “¿Una guerra? Las guerras son costosas”.
  “Es una guerra trivial. Tendré a México y a los estúpidos mexicanos de rodillas en una semana. Tal vez cinco días”.

Así comenzó la llamada Guerra Trivial, o al menos ese es el entendimiento popular. Han pasado siete años y millones de mexicanos y muchos más gringos, nunca más podrán estar de rodillas, ya que los muertos no pueden arrodillarse.

“Ningún enemigo es trivial.
La historia de cómo la codicia y la estupidez
crean un mundo mejor.
Para algunos, al menos”.


Viñetas:


Que alivio. ¡Estoy viva! Pensé que esos gringos me iban a matar cuando acabaran de violarme. Me levanto, sacudo mi cabeza y mi cabello cae por mi espalda. Cubro parcialmente mis senos y todo lo que puedo con él y salgo de la bodega para encontrar algo con que vestirme.
  Encuentro el cuerpo de una chica, creo que era Lety, quien no tuvo tanta suerte como yo. Su uniforme de combatiente está tendido por un lado. Lo sacudo para desenlazar las capas blindadas y me lo pruebo. Me queda.
  Me siento sucia, el sargento y los cuatro combatientes no fueron gentiles, aun cuando cooperé plenamente. Supongo que eso me salvó la vida, y el sargento también me salvó. Le guste, no quería compartirme con sus tropas, pero lo habrían matado si no lo hubiese hecho. Supongo que para salvarme dio la orden de salir rápido, inmediatamente después de la violación.


Los brasileños normalmente son locos, pero lo que está sucediendo aquí en el interior del ferry es más allá de la locura. Thaysa y yo estamos bastante borrachas y aun así no estamos a la altura de lo que veo alrededor. He sido besada por los veinticinco hombres y diez mujeres de la torcida. Manos invisibles han pasado por mis partes íntimas. Un hombre me está abrazando fuertemente por detrás y otro está chupando mi pezón. Soy una puta, sin embargo esta extraña orgía me desconcierta; no hay folladas, lo que es un pequeño consuelo. Miro a Thaysa y está en calma, debe haber pasado por situaciones como esta.
  La torcida pasa por la aduana bailando, repitiendo, “Brasil... Brasil”, y cantando. No tenemos ningún problema, estamos borrachas, nuestras escasas vestimentas amarillo y verde están estropeadas y gritamos y cantamos lo suficientemente fuerte.
  Una vez fuera de la aduana vamos al baño. Una chica está ahí y nos cambiamos a vestidos de lujo, completamente discordantes de los atuendos de la torcida. La chica rápidamente retoca nuestro maquillaje, tira a la basura nuestras pelucas, nos cepilla el pelo y las tres caminamos fuera.
  Los chicos de la torcida gritan alabanzas a nuestra belleza, pero no nos reconocen. Abordamos un Mercedes y nos lleva al Hotel Fierro, el cual nuestros guardaespaldas han reservado en su totalidad.



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